EL PICASSO MAS GREQUIANO

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Una exposición refleja la admiración del artista malagueño por El Greco

El museo reúne 29 piezas del autor del ‘Guernica’ alrededor de ‘Caballero anciano’, del pintor del siglo X                                                                           El Picasso más grequiano                  retrato-hombre-con-gorguera-picasso_ENMARK2

Un pequeño dibujo a lápiz sobresale entre el resto que, desordenadamente, se reparte en una lámina en blanco en la que abundan alargadas y estilizadas cabezas masculinas con barba. Se trata de un retrato de Santiago Rusiñol, enmarcado y emulando con la pose el famoso cuadro de El Greco, El caballero de la mano en el pecho. Es una de las 29 piezas de la colección permanente del Museu Picasso que la pinacoteca de la calle Montcada reúne en torno al óleo Caballero anciano (1587-1600), una obra maestra del genio del siglo de oro prestada por el Museo del Prado, para reflejar, en la exposición La pasión grequiana de Picasso, la fascinación que el de Creta provocó en el pintor malagueño.

RUSIÑOL

La muestra, que podrá visitarse hasta el próximo 17 de enero, se abre precisamente con este austero busto al óleo de El Greco, fruto del intercambio con el Prado, lugar al que un jovencísimo Picasso, tras rechazar estudiar en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1897, acudía a aprender directamente observando las obras maestras y copiando cuadros de Velázquez (como el retrato de Felipe IV), Murillo o Tiziano, explica la comisaria de la exposición, Malén Gual. La pasión del autor del Guernica empezó en aquellos años, cuando en una carta a su amigo Joaquim Bas le decía: «El museo de pinturas es hermoso: Velázquez de primera; del Greco unas cabezas magníficas». Pero la admiración se mantuvo a lo largo de su vida, destacando en la época de contacto con el modernismo catalán (con Rusiñol reivindicándolo en la tercera Fiesta modernista, en Sitges, con un desfile encabezado por dos cuadros del artista renacentista que había comprado en París en 1894), en la época azul, en los inicios del cubismo y en sus últimos años, cuando miró hacia el siglo de oro español.

En la pared contigua a Caballero anciano, en dos pequeños dibujos a lápiz hechos en Horta de Sant Joan en 1898 Picasso escribió: «Greco, Velázquez, inspirarme» y «Yo El Greco». Entre ambos, un óleo del malagueño de un hombre grequiano, refleja, según la comisaria, «que Picasso no copia a El Greco sino que interioriza su maestría». «Se ve en el alargamiento de la figura, en la forma de hacerlo, con una pincelada en vertical para dar esa sensación, y en la sobriedad enorme que tanto le gusta de él, con esos fondos neutros y oscuros», añade Gual.

CARICATURAS

En la muestra se suceden los dibujos en los que Picasso reproduce hombres y cabezas grequianas, como varios inspirados en El entierro del conde de Orgaz, que veía a menudo en Toledo. En uno se aprecian varios hombres tristes; en otro grabado aparece caricaturizado el personaje que en el cuadro de El Greco mira al cielo, y en otro, hecho en aguatinta y titulado El entierro del conde de Orgaz según Picasso, incorpora a una mujer desnuda, al niño, hijo del renacentista, y junta a todas las figuras también caricaturizadas.

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Cierra la exposición un ejemplo del interés del Picasso más tardío, cuando este confesó a su marchante, Daniel-Henry Kahnweiler, que lo que más le atraía de El Greco eran sus retratos. Es una serie de siete pruebas en la técnica del linograbado que permiten ver la evolución picassiana hasta llegar al resultado final, Retrato de un hombre con gorguera (1962), la figura de un hombre grequiano, con un marco típico del XVI y la típica vestimenta de los personajes masculinos de la época.

ANNA ABELLA

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